jueves, 8 de octubre de 2009

Dos por cinco


No es justamente parte de la tabla de multiplicar del dos: dos por una, por dos, tres, cuatro, cinco, etc, sino la representación que hago de un negociado.
La historia se da en la escuela nacional Teodoro Salvador Mongelós, la cual recibe una determinada cantidad de leche del programa “Complemento Nutricentral 2009”, sin embrago, la cantidad de leche que esta calculada para cantidad de alumnos, y que debe durar exactamente un mes, nos les alcansa. A cada niño le corresponde una racion de 200 ml al día.
Según Myriam Britos, secretaria de la Comisión de Padres, sospecha que los mismos profesores son quienes llevan la leche o funcionarios de la escuela. “No hay forma de que desaparezca si esta calculada exactamente por la cantidad de alumnos, pero nunca tuvimos pruebas verdaderas, ni se les pilló in fraganti usurpando la leche.” Afirmó.
La compra. La leche del programa Complemento Nutricional 2009 era comercializada, más allá de que, esté prohibida la venta de ésta.
En la caja, aparte del sello de la Gobernación del departamento Central, aparece la inscripción “Para consumo exclusivo en Escuelas Públicas del Departamento Central”, y bien explicito dice: “DISTRIBUCIÓN GRATUITA, PROHIBIDA SU VENTA”.
Según María del Rosario Sosa, vecina del barrio Quinta Suiza, la encargada de limpieza de la escuela, Julia Borja, años atrás vendía la leche en polvo del programa “Vaso de Leche”. “Más de una vez ella (Julia Borja) me vino a ofrecer la leche en polvo para la elaboración de cinco litros por 5.000 guaraníes. No solo me ofreció a mí, sino a otros vecinos y muchos le compraban por ser una oferta muy buena”, comentó.


Teniendo en cuenta estos antecedentes, nos dirigimos a la casa de la señora Bernal, quien vive frente a la institución educativa. Luego de unos minutos de conversación, le preguntamos si tenía leche a la venta, puesto que nos habían comentado que ella proveía a buen precio y una vez ganada su confianza ella comentó a modo de secreto: “Che ningo agueru cajas de leche escuelagui”, y nos contó que trae algunas cajas de leche (no especificó cuántas) cada inicio de mes, durante la provisión de leche por parte de la Gobernación Central.
La conversación terminó, y salimos de su vivienda, no sin antes guardar en nuestras mochilas dos cajas de leche, cuyo envase lleva el sello del programa “Programa Nutricentral 2009. Nuestros Niños Sanos”, a 5.000 guaraníes.
Es necesario especificar que el precio normal de una caja de Leche Trebol oscila entre 4.200 a 4.500 guaraníes en cualquier punto de venta, es por eso que le resulta a los vecinos del lugar más accesible adquirir el producto a una suma bastante inferior al precio normal de venta, por más ilícito que sea el negociado.
Con todo lo expuesto, mediante la presente investigación, constatamos que en la escuela Teodoro S. Mongelós de Luque, la leche destinada por el Programa Nutricentral 2009 a los alumnos, no alcanza en su totalidad a los niños, puesto que algunos funcionarios de la institución educativa la comercian, perjudicando así el objetivo principal del Programa, que es que el alumnado, mejore su atención escolar mediante una adecuada alimentación

Se viene la grande

Cuando tengo tiempo disponible, enciendo la computadora y empiezo a diseñar el formato de lo que muy pronto será una de las páginas más visitadas en la “República de Luque”.
El diseño de la misma es algo diferente al resto, complicada, pero el esfuerzo por hacer que este sitio vea la “luz” en el ciber espacio es todo un reto. Y la mayor dificultad con la que tropezamos ahora es la parte monetaria, ya que los integrantes de mi grupo de facu no nacimos en cunas de oro.
Sin embargo, el que se esmera, logra el objetivo, ¿no? El contenido de la página un no se los conteré, simplemente llegado el momento les diré cual es la dirección y con sus ojos contemplarán lo que daremos a llamar… tranquilo, todo a su momento, dije.
¿Tenés un sitio en la web? ¿Cual es?

Sabias que Carrie…

- No me digas que no conoces la película. ¡Es un clásico!
Y realmente nunca la había visto ni escuchado por lo menos.
- Está basada en esta novela. Por Dios, en un termo vivís.
Carrie. Ese era el nombre de la novela que me prestaron, escrita por el renombrado Steven King. La compañera que me presto no podía creer que no haya visto aún la película noventera, que lleva el mismo nombre que la obra.
Es una súper historia, que la terminé de leerla en una semana, y no porque sea larga, sino porque solo podía leerla en mismo momentos de ocio.
La novela relata la historia de Carrieta Write, más conocida como Carrie. Una adolescente especial, y no solo por ser el blanco de burlas, sino porque llevaba un gran poder oculto. Su madre, Margarette Write, vivía en las más profundas creencias religiosas, casi obsesivas, que fueran heredadas a su única hija, Carrie. Por todo eso, la familia Write era considerada la extraña del barrio.
La pobre Carrie, victima de las más ingeniosas y cruentas bromas, despertó en los momentos de extrema tención, aquel poder que era capaz de destruir todo, TODO. Y el la noche del baile de fin de curso, le hicieron la última de las bromas en la Secundaria Ewen. Porque ella… ella…
¿QUERES SABER EL FINAL? Entonces, cómprate la novela, no te arrepentirás.

jueves, 1 de octubre de 2009

Las bombas siguen cayendo sobre el pueblo paraguayo

Las bombas fueron apareciendo en diferentes lugares. La primera fue en el baño de damas Palacio de Justicia. La limpiadora encontró el artefacto, e inmediatamente dio aviso a la Policía de guardia de la zona, que, insólitamente, éste, al desconocer al objeto, lo arrojo al patio, donde explotó provocando conmoción en los trabajadores del lugar y transeúntes.
Por su parte, el segundo artefacto explosivo fue hallado en la vereda del Comercio Saba, ubicado en Eligio Ayala y México. En esta ocasión, el guardia de turno halló los artefactos y dio aviso a la Policía, los agentes acudieron al lugar junto con la Fuerza de Operaciones de la Policía Especializada (FOPE), quienes detonaron las bombas en un contenedor de arena lavada.
La tercera fue topada por un enfermero en el basurero del hospital de Lambaré. Este tenía la forma de una muñeca con variedades de cables. Sin embargo, otro estalló en el baño de damas en un surtidor ubicado en microcentro asunceno, esta vez, una clienta lo halló en el sanitario, y procedió a llamar a las autoridades para su verificación.
En estos días hubo falsas alarmas de bombas, entre ellas en el Palacio de Justicia, nuevamente; como también, en Copaco, Plaza Uruguaya y Recoleta. Por su parte, el presidente de la República, Fernando Lugo, manifestó que estas amenazas de bombas en el país forman parte de “una guerra sucia psicológica”, impulsada por opositores que desean que el proceso democrático no siga su curso normal en el Paraguay.
Según el Código Penal, en el capitulo de hechos punibles contra la seguridad de la convivencia de las personas, la pena es de 3 años o multa, en este caso la amenaza de bomba. Los protagonistas de estos hechos serían imputados con esta pena o multados. El gobierno trata de controlar estos hechos, y el pueblo sigue atemorizado.
Dentro de todo el caos que genera las denuncias de bombas en instituciones públicas y privadas, los oficialistas y opositores se culpan unos a otros del hecho. Sin embargo, el perjudicado es el pueblo, quedando, constantemente, en zozobra ante estos acontecimientos. Los trabajadores deben continuamente dejar sus puestos, ante el posible estallo de las bombas en sus lugares de trabajo.
Es hora de tomar medidas en esta clase de barbaridades y actitudes repudiables de personas, que buscan molestar a la sociedad, pero mirando la otra cara de la moneda, también buscan cubrir otros hechos, que envuelven al mandatario, Fernando Lugo, como su paternidad y la llegada del ex ministro del interior del periodo estronista, Augusto Montanaro.

Viernes 10, casi viernes 13



No podía empezar mi día así.
Me desperté tarde, pero estaba aún a tiempo para desarrollar mi mañana como planeé hacerlo. En realidad, despertarse tarde es relativo. Depende de las actividades realizadas la noche anterior, que te obligaron dormir a altas horas de la madrugada. Pero, si uno duerme a las 20 horas, y se despierta a las 8.35 del siguiente día, a menos de seis horas para un examen, eso si es levantarse tarde.
Me apresuré para asearme, lo que nada más significó en ese inicio de jornada cepillarme los dientes, limpiarme la cara y “seudopeinarme” con los dedos. ¡Ah! por supuesto, arreglar mi dormitorio que estaba hecho un mamarracho, tal cual queda una plaza publica que fue desocupada por manifestantes luego de días de ocupación.
El cotidiano ritual que realizo en los momentos del desayuno se convirtió en una maratón. Casi no masticaba el pan. Los trozos que forzosamente pasaban mi garganta eran lubricados por aquel café que tenía la temperatura justa para mi agrado: tibio.
Las 9.23 y las cosas no podían ir peor. No encontraban las fotocopias para el examen. Estoy seguro que tengo tres materiales, no puede ser que las haya perdido. La búsqueda no fue del todo estéril, ya que encontré una copia de las que estaba seguro tenía.
A las 10 de la mañana abandoné la búsqueda de las dos fotocopias restantes, y me centré en estudiar la que había hallado. Además, repasé los apuntes de mi cuaderno y me tomé una larga pausa para intentar recordar todo lo que dimos en clases hasta entonces. Sin embargo, era muy poco lo que sabía para el examen de esa tarde.
A las 14 horas puntualmente iniciará el examen, y no sé casi nada. ¿Por qué no me fijé días antes si tenía todas las copias? Idiota. La autocrítica ya era en vano.
Pero no todo estaba perdido. No señor. Aún quedaba una oportunidad para tener un buen rendimiento en la prueba escrita: llegar minutos antes del examen y prestar las copias que no tenía de algún compañero para leer. Son las 11.41. Si quiero llegar media hora antes del examen, necesito tomar el colectivo a las 12.30.
Hoy Dios y el demonio se aliaron para reírse de mí. No podía creerlo. El caldo de mamá no se iba a enfriar por nada del mundo. Odio los caldos de almuerzo cuando estoy apurado. Para más, no encontraba mi billetera, caminé cuadras y cuadras para tomar el bus, y este, aparte de ir lento, se quedaba en cada esquina para alzar pasajeros.
Llegué casi media hora de iniciado el examen.
Me acerqué a la puerta de mi curso, y el silencio de allí dentro era aterrador. Abrí lentamente la puerta, mirando a los compañeros que completaban poco a poco sus hojas de examen. Sus miradas se clavaron en mí. Entré al curso y el profesor de televisión, Hugo Díaz, estaba sentado, atento a los movimientos que cada alumno realizaba. También clavó su mirada en mí y mecánicamente me indicó el lugar donde me sentaría para rendir.
Miré la hoja del examen, haciendo un rápido análisis de su contenido. A primera vista, del 100 por ciento de los ítems, el 40 sabría responder perfectamente. Del porcentaje restante, el 30 por ciento iba a desarrollar o bien o mal, sin tener certeza en ambas opciones. El porcentaje sobrante, mejor ni hablar.
Terminé completando lo que pude, y me gane, por ello, una calificación que considero justa. No importa cuánto fue. Lo importante es reconocer que merezco esa puntuación.
En cuanto al examen, no estaba difícil. Creo que este contenía todo lo desarrollado en clases. Si alguien rindió mal, habrá tenido un mal día como lo tuve yo.
En fin, fue el primer examen parcial, y aún queda tiempo suficiente para levantar cabeza. Y por sobre todo, para usar un despertador, fijarse tener todas las copias, rogarle a la madre no preparar caldo de almuerzo, y salir temprano para tomar el colectivo.